Monumento a Juan Pablo II en Morelia
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El domingo 4 de noviembre se inaugurará en Morelia un hermoso monumento levantado en memoria del inolvidable Papa Juan Pablo II, precisamente el día en que él celebraba su onomástico, pues fue bautizado con el nombre de Karol (Carlos).
Aunque no fue posible, como lo hubiéramos deseado, que en alguno de sus viajes apostólicos a México visitara nuestra Ciudad, lo sentimos siempre cercano y ahora queremos, a través de esta escultura, mantener vivo entre nosotros el recuerdo de este hombre que marcó la historia del mundo en el paso del segundo al tercer milenio.
Muchas y grandes cualidades humanas lo distinguieron: deportista, poeta y dramaturgo, pensador, patriota, políglota y comunicador. Pero sus principales virtudes fueron su fe indomable y su amor apasionado a Dios y a la humanidad.
Su historia estuvo marcada por el sufrimiento, desde que siendo niño perdió a su madre y en su juventud quedó solo al ver morir a su hermano y a su padre; vivió la ocupación nazi y luego la dictadura soviética; tuvo que trabajar como obrero y estudiar en un Seminario clandestino. Sin embargo, nunca perdió su equilibrio emocional, fue admirable su tenacidad en superarse para servir, su alegría y optimismo brotaban de una profunda espiritualidad.
Dios en su providencia lo preparó para el ministerio universal como Sucesor de Pedro, el cual ejerció con admirable dinamismo y fecundidad durante más de 26 años recorriendo el mundo en un centenar de viajes internacionales, encontrándose con muchos millones de personas y dejando numerosos escritos sobre los más variados temas.
Entre sus principales preocupaciones pastorales destacaron la atención a los jóvenes y a las familias. Tenía un especial carisma para tratar a los muchachos; con cariño y sentido del humor, pero también con claridad y propuestas exigentes los atraía y conquistaba. Al tema de la familia y del matrimonio dedicó sus principales estudios y afanes; con vigor e intrepidez defendió su carácter sagrado.
Me da gusto que este reconocimiento al Papa Juan Pablo II sea una iniciativa de grupos de ciudadanos laicos, quienes a pesar de algunas críticas han defendido la validez de su propósito. Como católicos, no podemos menos que apoyar y sumarnos a esta obra. Quienes quieran podrán entregar su cooperación en los templos de la ciudad en los sobres para este fin o adquiriendo bonos. Así haremos que sea un homenaje de todos los morelianos.
(La cita para la inauguración es el día 4 al mediodía en la glorieta que está llegando a Jesús del Monte al final de la avenida que desde ahora lleva el nombre de Juan Pablo II.)
Aunque no fue posible, como lo hubiéramos deseado, que en alguno de sus viajes apostólicos a México visitara nuestra Ciudad, lo sentimos siempre cercano y ahora queremos, a través de esta escultura, mantener vivo entre nosotros el recuerdo de este hombre que marcó la historia del mundo en el paso del segundo al tercer milenio.
Muchas y grandes cualidades humanas lo distinguieron: deportista, poeta y dramaturgo, pensador, patriota, políglota y comunicador. Pero sus principales virtudes fueron su fe indomable y su amor apasionado a Dios y a la humanidad.
Su historia estuvo marcada por el sufrimiento, desde que siendo niño perdió a su madre y en su juventud quedó solo al ver morir a su hermano y a su padre; vivió la ocupación nazi y luego la dictadura soviética; tuvo que trabajar como obrero y estudiar en un Seminario clandestino. Sin embargo, nunca perdió su equilibrio emocional, fue admirable su tenacidad en superarse para servir, su alegría y optimismo brotaban de una profunda espiritualidad.
Dios en su providencia lo preparó para el ministerio universal como Sucesor de Pedro, el cual ejerció con admirable dinamismo y fecundidad durante más de 26 años recorriendo el mundo en un centenar de viajes internacionales, encontrándose con muchos millones de personas y dejando numerosos escritos sobre los más variados temas.
Entre sus principales preocupaciones pastorales destacaron la atención a los jóvenes y a las familias. Tenía un especial carisma para tratar a los muchachos; con cariño y sentido del humor, pero también con claridad y propuestas exigentes los atraía y conquistaba. Al tema de la familia y del matrimonio dedicó sus principales estudios y afanes; con vigor e intrepidez defendió su carácter sagrado.
Me da gusto que este reconocimiento al Papa Juan Pablo II sea una iniciativa de grupos de ciudadanos laicos, quienes a pesar de algunas críticas han defendido la validez de su propósito. Como católicos, no podemos menos que apoyar y sumarnos a esta obra. Quienes quieran podrán entregar su cooperación en los templos de la ciudad en los sobres para este fin o adquiriendo bonos. Así haremos que sea un homenaje de todos los morelianos.
(La cita para la inauguración es el día 4 al mediodía en la glorieta que está llegando a Jesús del Monte al final de la avenida que desde ahora lleva el nombre de Juan Pablo II.)
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