1 nov 2007

Las Calaveritas

Entre las cosas tradicionales del Día de Muertos, las calaveritas son de lo más interesante. Se trata de composiciones en verso que anuncian o recuerdan la muerte de algún personaje que, por lo general, aún no ha muerto. Es común, por ejemplo, que los amigos se las escriban unos a otros para luego intercambiarlas o exhibirlas en periódicos murales. Casi todos los medios masivos de México dedican algún espacio a las calaveritas de los personajes públicos. Las rimas suelen ser torponas y ripiosas, y la métrica, inexistente. Es muy común que cuenten una historia donde la Muerte (parca, catrina, flaca, calaca, huesuda...) es la protagonista.

Las calaveritas constituyen, desde hace mucho tiempo, parte del folklore urbano vinculado a los festejos de Días de Muertos. Actualmente, resultan casi inseparables del clima generado por las calaveras de azúcar con ojitos de papel brillante, el pan de muertos, las calacas móviles, los juguetes y miniaturas populares con esqueletos y el papel calado con motivos afines.

Este divertimento literario fue perfeccionado durante la época colonial y abreva, como todo lo vinculado al tema, en el sincretismo entre creencias prehispánicas y conceptos traídos por los conquistadores y reafirmados por los frailes evangelizadores.

Si bien el culto a los muertos existe en todas las sociedades, la concepción mexicana es producto de ideas existentes en pueblos españoles del siglo XVI que se fundieron con costumbres y creencias indígenas que la evangelización no consiguió desarraigar. Este proceso confluyó en las especiales características que la fiesta posee en la actualidad.

Las calaveritas son versos populares breves, por lo general satíricos y burlones, mediante los que se ironiza sobre algún individuo o personaje al cual van dirigidos. Están escritos a modo de epitafios y es muy común tratar al aludido como muerto, vinculándolo a expresiones cómicas de su actividad, profesión, cargo o atributo, con absoluto desenfado por su poder o posición social.

Al acercarse las festividades de Días de Muertos es cuando se dirigen éste tipo de mensajes hacia los personajes públicos. Los versos son reproducidos en la actualidad en revistas y periódicos o difundidos por programas radiales.

Antiguamente sin embargo, fue tradicional hacerlos conocer a través de hojas sueltas. Entre las más famosas de esas hojas volantes estuvieron, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, las elaboradas en la imprenta de Vanegas Arroyo ilustradas por el grabador José Guadalupe Posada.

En aquel momento de profundos cambios sociales y aguda represión a sectores populares que reclamaban justicia y libertad, no por casualidad tuvieron su auge éstas expresiones.

Esos grabados de José Guadalupe Posada con personajes descarnados, exhibiendo cada uno su osamenta pero vestidos con prendas y atavíos que identificaban claramente su idiosincrasia, ilustrando versos que ironizaban a los vivos como muertos en potencia, le permitían al pueblo que era destinatario y transmisor del mensaje, sublimar sufrimientos de la vida cotidiana y expresar su rebeldía a través de uno de los escasos medios disponibles en esa época de terror político.

Las calaveritas como expresión poética popular y las calaveras de Posada como manifestación plástica de ese sentimiento tragicómico de la vida, llegaron entonces a una síntesis perfecta e ilustran de un modo inigualable un momento histórico preciso.

Estas hojas volantes, al igual que las que ilustraban los corridos, las coplas, los ejemplos y otros reclamos públicos de justicia, eran voceados por los vendedores en las calles y muchas de ellas adquiridas por personas iletradas que aprendían de memoria los versos y los recordaban a través de sus magníficas ilustraciones.

La imaginería de las calaveras como expresión plástica, con posterioridad a Posada, fue retomada por numerosos artistas mexicanos, entre ellos los grabadores agrupados en el Taller de la Gráfica Popular y en la actualidad el famoso pintor oaxaqueño Francisco Toledo continúa produciendo notables obras inspiradas en esa temática.

En muchos lugares de México las festividades de Días de Muertos adquieren características propias, de fuerte contenido local. Por otro lado, en las grandes ciudades y en épocas recientes se observa un resurgimiento en la instalación de altares familiares y ofrendas, en sectores sociales que habían abandonado esa práctica.

“El pueblo mexicano ha creado un singular elemento subjetivo de defensa contra la muerte, con la colaboración de la muerte misma. Para ello le basta colocarse, ayudado por la fantasía, en el terreno en que la gran niveladora barre a todos, ricos o pobres, humildes y poderosos, con la misma inexorable guadaña...” este párrafo puede leerse en el magnífico prólogo a la obra: José Guadalupe Posada - ilustrador de la vida mexicana -, editado en 1992 por el Fondo Editorial de la Plástica Mexicana. Más adelante se reafirma en el mismo texto: “El culto a los muertos no es en los mexicanos una aberración del espíritu. Por el contrario es un acto de fe robusta en la eternidad del hombre y de sus obras”.

CALAVERITA ENCONTRADA POR AHI EN INTERNET

Ya llego la Muerte
Hoy acaba de llegar
Vino a ayudar
A los que van a rezar

Acaba de llegar la Muerte
Vino a saludar a sus devotos
Quiso pasar un rato
A tomarse unas fotos.

Ya esta aquí la Muerte
Esta feliz con su gente
Celebrando las fiestas
Y disfrutando su aguardiente

La Muerte ya se va
A seguir su camino
Solo te pide un favor
Que no le falte su vino

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